1. Come lácteos (pero no desnatados)
Llevamos décadas escuchando que los lácteos son indigestos y engordan. Que es mucho mejor tomar productos desnatados e incluso sin lactosa. Sin embargo, un reciente estudio llevado a cabo en la Universidad de Tufts ha demostrado que tomarlos enteros y con su grasa natural podría ser la mejor forma de controlar el consumo de carbohidratos.
La investigación, publicada en la revista American Journal of Clinical Nutrition, contó con la participación de 120.000 hombres y mujeres mayores de 18 años. Los investigadores encontraron que el aumento del consumo de productos lácteos no tuvo ningún impacto sobre el peso de las personas y, además, “descubrieron que los que consumieron más cantidad de los bajos en grasa devoraban más carbohidratos”, explican en un artículopublicado en Prevention.
“Los resultados sugieren que las personas compensan, y si consumen más lácteos bajos en calorías y grasas aumentan el consumo de carbohidratos, lo que podría derivar en problemas de diabetes, enfermedades de corazón u obesidad”, resumen la doctora Jessica Smith, investigadora de la Universidad de Harvard y coautora del estudio.
2. Busca una pareja (para hacer ejercicio)
Según los investigadores de la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg, “el hecho de que uno de los dos cónyuges inicie un régimen de ejercicio puede impactar significativamente en los hábitos de su pareja”. Para llegar a estas conclusiones estudiaron el comportamiento de 16.000 personas durante alrededor de seis años observando que aquellos participantes cuyas parejas afirmaban haber comenzado a practicar una actividad física regular, tenían un 70% más de probabilidades de asegurar que continuaban haciendo deporte en posteriores entrevistas
Claro que no tiene por qué tratarse de una relación sentimental. Empezar a practicar deporte con un amigo, familiar o compañero de trabajo impulsa que modifiquemos nuestros estilo de vida. Bajo el 'si él lo hace, yo también' podemos conseguir grandes resultados en la pérdida de peso y hacer de nuestra nueva rutina saludable algo divertido.
3. Apaga la televisión
No se trata de dejar de verla por completo, sino de tratar de no consumir contenidos orientados a la alimentación o en los que salga gente comiendo. No, no es un complot en contra de MasterChef o Karlos Arguiñano, son las sugerencias derivadas de un estudio publicado en la revista médicaAppetite según el cual las personas que cocinan los platos que ven en los programas de cocina –mientras se emiten– pesan cerca de cuatro kilos y medio más que los que no dependen de la televisión mientras cocinan y tan sólo se basan en libros de cocina, recetas de amigos o improvisan sus platos.
No solo eso. Debes tener en cuenta que comer distraído engorda. Un estudio de las universidades de Liverpool y Birmingham llegaron a la conclusión de que cuando no estamos centrados comemos un 10% más de lo que deberíamos y las probabilidades de tener hambre antes aumentan un 25% como consecuencia de que tenemos la sensación de no haber ingerido lo suficiente. Según los investigadores este problema aumenta en el caso de estar solo. La incomodidad que genera puede provocar que se acabe por tener como compañero al televisor y se deje de prestar atención a la comida. Apagar la tele y disfrutar de nuestros platos es el mejor consejo. A lo mejor al principio el silencio nos resulta extraño, pero al final acabaremos por acostumbrarnos.
4. No solo de ejercicio adelgaza el hombre
El exceso de azúcar y carbohidratos están detrás del aumento vertiginoso de la obesidad, explican expertos en nutrición en un artículo publicado en la revista British Journal of Sports Medicine. Aunque hacer ejercicio regular puede ser clave en la prevención de enfermedades crónicas graves, como enfermedades del corazón y diabetes, los investigadores creen que elconsumo de calorías y azúcares promueve el almacenamiento de grasas y estimula la sensación de hambre, por lo que contribuyen al aumento de peso. “Hay que acabar con el mito de la relación entre la actividad física y la obesidad”, explican los investigadores quienes sentencian que “no se puede correr más rápido que una mala dieta”.
5. Levántate y anda
Puedes incluso tomártelo como si fuese una orden de Jesús, como gustes, pero lo que debes tener claro es que hay que evitar el sedentarismo y ponerte de pie al menos dos minutos cada hora. Ya, tu trabajo no te permite dar paseos largos ni dejar de estar sentado durante varias horas, pero es probable que te dejen ir al baño, a coger agua o simplemente levantarte a la impresora, y esos son los minutos que debes rascar de tu jornada laboral para caminar. Atentos porque además de mantenernos activos y mejorar nuestras articulaciones y nuestra espalda, puede ayudarnos a perder peso.
Al menos así lo asegura un nuevo estudio publicado en el Clinical Journal of the American Society of Nephrology, que analizó lo que esta pequeña cantidad de actividad por hora podía suponer. Tras analizar a más de 3.200 adultos encontraron que estos micropaseos se traducían en más calorías quemadas al día alcanzando una media de 400 menos a la semana.
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